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Porqué voy a las corridas de toros de San Cristobal.

 


Uno de los grandes temas de la filosofía, entendida como el amor al conocimiento, es la estética.

La estética se define como la disciplina que estudia las condiciones de lo bello en el arte y en la naturaleza.

¿Acaso no son bellos a la vista los llamativos trajes de luces que portan los diestros matadores y su escuadra de ayudantes? Esta vestimenta tradicional, que data de finales del siglo XVIII, se ha convertido en un atuendo exclusivo para el ritual taurino.

Traje de Luces

Y qué decir de la belleza del toro de lidia, con su raza española, oriundo de su hábitat natural: el campo abierto. Allí se alimenta y adquiere sus principales cualidades: la bravura, el trapío, la fuerza y, especialmente, la nobleza.

Toro de Lidia


La animosidad, el ímpetu y la fuerza que alimentan el alma de los espectadores se derivan de escuchar a la banda u orquesta oficial de la corrida interpretar un clásico pasodoble. Esta marcha militar, que marca el paso redoblado (120 pasos por minuto), incluye obras como "España cañí", "El gato montés", "PepitaGreus" o "En er mundo", que representan el justo laurel exigido por los asistentes de la plaza para premiar la faena del binomio matador-astado cuando la presidencia del evento vacila en su competencia.

Roca Rey "A porta gayola"


Me apasionan las reglas formales que rigen la tauromaquia desde hace cientos de años. No declaro conocer de memoria todos los pases y quites, ni todas las reglas, ni tampoco todos los pelajes, cuernos y estampa de los toros. Me los estudio cuando llega la feria de San Sebastián en mi querida San Cristóbal. En mi biblioteca reposan libros de tauromaquia que frecuento con gozo cuando se acercan las fechas del esperado enero.

Libros de tauromaquia 


 

Cuando voy a la plaza de toros, veo que allí se exhibe todo lo que somos como personas, llenas de emociones contradictorias: el éxito o el fracaso, el drama o la perfección, la muerte o la vida, la gloria o el olvido, el poder o la sumisión, la ambición o el desinterés, la competencia o la amistad, la audacia o la cobardía, lo bueno o lo malo, lo justo o lo injusto, la alegría o la tristeza, la fijeza o la distracción, la valentía o la cobardía. Por ello, los grandes escritores de las pasiones humanas se sintieron atraídos por un abono taurino de feria, como Ernest Hemingway, el poeta español Federico García Lorca o el escritor Gabriel García Márquez. Todos ellos embriagados por una fuente inagotable de inspiración de las grandes pasiones humanas.

Las emociones humanas


Como decía el filósofo español Ortega y Gasset en su obra "La caza y los toros", se extrañaba de que el toreo, siendo un ejercicio tan callado, diese tanto de qué hablar. Y por eso, voy a las corridas de toros...!!!

Ing. Robny Jauregui

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