Ir al contenido principal

1985: Casa Serizawa: El templo japonés de la tecnología y la maravilla

 


Si hubo un lugar en San Cristóbal durante la década de los 80 que ocupó el primer lugar en mi mapa emocional, fue la Casa Serizawa, ubicada en la carrera 6 entre calles 7 y 8. No era solo una tienda. Era un santuario. Un portal hacia el futuro, escondido entre las calles de una ciudad que aún se debatía entre lo tradicional y lo moderno.

I. Un mundo dentro de otro mundo

La Casa Serizawa ofrecía mercancía variada, sí, pero lo hacía con una elegancia silenciosa. Electrónica, instrumentos musicales, cámaras fotográficas, lentes, cristalería, juegos de mesa… 

Todo dispuesto con precisión, como si cada objeto tuviera una misión que cumplir en nuestras vidas. Era un mundo de adelantos tecnológicos al alcance de la mano, y cada visita era una expedición al asombro.


Los pasillos estaban impregnados de una atmósfera distinta. No era solo el olor a cartón nuevo o a plástico recién desempacado. Era la presencia misma de la tecnología, como si los objetos respiraran una promesa de futuro.

II.  El respeto como norma

En la caja, siempre japoneses. Serios, sobrios, impecables. La sola expresión de sus rostros bastaba para entender que allí no se pedían rebajas. Todo era de calidad. Todo tenía un valor que no se negociaba, porque detrás de cada producto había una ética, una cultura, una forma de entender el mundo.



III. Kodak, Casio y el ajedrez como rito


Cuando queríamos comprar una nueva cámara fotográfica, sabíamos que las mejores opciones —Kodak o Fuji— estaban allí. Si el deseo era un reloj digital Casio, con cronómetro de milisegundos, no había otra tienda en mente. Y si la búsqueda era por juegos de mesa como Pictionary, Tabú, un dominó o un buen tablero de ajedrez, la Casa Serizawa respondía con generosidad.



Cada compra era más que una transacción. Era una iniciación. Un paso hacia la adultez tecnológica que empezaba a instalarse en los hogares de San Cristóbal.

IV. Un templo sin incienso, pero con circuitos

La Casa Serizawa fue, para muchos de nosotros, una especie de templo sagrado. No tenía altares ni velas, pero sí vitrinas que brillaban con la promesa de lo nuevo. Allí empezaron a aparecer las necesidades tecnológicas, no como caprichos, sino como señales de que el mundo estaba cambiando, y nosotros con él.

Solo con la historia narrada de un pueblo, se conseguirá la fama de sus pobladores.

Ing. Robny Jauregui

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

El Volkswagen: Un carro con olor a café tachirense.

  Hablar del café del Táchira es hablar de la casa Steinvorth. Ubicada en la esquina de la carrera 6 con calle 8, frente a la plaza Bolívar de San Cristóbal. Una casona que viene de 1891, construida durante la administración de Werner Steinvorth Ulex, para la época socio en la Casa comercial Christian Andresen Möller . La casa Steinvorth de San Cristóbal En San Cristóbal florecieron las casas alemanas, entre ellas además de la casa Steinvorth, se desarrolló la Casa Van Dissel (antigua August Lincke, luego La Botica Alemana y más tarde Van Dissel Thies; hasta hace poco Casa Serizawa en la carrera 6 entre calles 7 y 8), la Casa Breuer Möller (Actual Centro profesional Uribante en la carrera 5 entre calles 5 y 6) y la Casa Andressen Möller (Actual casa Steinvorth en la carrera 6 entre calles 8 y 9). Estos señores alemanes fueron muy importantes para la economía regional porque eran quienes le daban dinero a crédito a los campesinos para que produjeran café. Era un juego de ca...

Un hasta pronto, Sra Maria Elena Curiel de Branger.

  Hoy compartimos una vivencia personal desde este espacio, EL FILOCLYOSO, que refleja perfectamente la tarea de resaltar las historias que unen y hermanan al estado Táchira y al estado Falcón en Venezuela. Reflexionamos sobre la vida de la Ing eniero civil María Elena Curiel de Branger , graduada en la Universidad Central de Venezuela (UCV), quien partió a la vida eterna el pasado 19 de diciembre de 2024, una fecha de trascendencia histórica para los tachirenses, pues simboliza la toma del poder de Juan Vicente GómezChacón en 1908. Hablar de la Sra. María Elena Curiel es referirse a una familia de gran laboriosidad y alto valor profesional, cultivado desde el siglo XIX en la sociedad falconiana: Los Curiel. Descendientes de Joseph Curiel Suárez ( Curazao,1796- Coro,1886) y su esposa Déborah Levy Maduro López-Fonseca, quienes llegaron a la ciudad de Coro procedentes de Curazao. Joseph Curiel es considerado el fundador del cementerio judío de Coro , al dar sepultura a su hi...

Rubio: desde el quintal de café al barril de petróleo

  Rubio es una ciudad venezolana del estado Táchira la cual es capital del municipio de Junín. El 9 de diciembre de 1794, Gervasio Rubio Vargas, oriundo de San Antonio del Táchira, adquirió las tierras del Valle de Cania por 3,000 pesos (equivalentes a 350,000 dólares en 2024). Compró una hacienda llamada "La Yeguera", que pertenecía a Miguel Antonio Omaña Rivadeneyra, tío abuelo de su esposa, María Bárbara Maldonado Omaña Santander. Así, fundó el poblado de Rubio. Don. Gervasio Rubio  En 1797, Don Gervasio decidió sembrar café, un cultivo traído de Mérida, que con el tiempo se convirtió en el principal producto de Rubio. Entre las principales haciendas destacaban: La Arabia, La Quiracha, Bolivia, Miraflores, Paraguay, La Florida, La Vega de la Pipa, Bramón, El Jagual y La Granja. A mediados del siglo XIX, las empresas alemanas comercializadoras de café se instalaron en el Táchira, como la Casa Steinvorth , la Casa Van Dissel, la Casa Breuer Möller & Co. y la ...