Hoy 6 de agosto se cumplen un aniversario más, día de aquel 2015, en que partió al encuentro con el padre eterno Guzmán Darío Jáuregui Álvarez, hombre de San Antonio del Táchira, cuya memoria sigue viva en cada rincón donde sembró afecto, valores y alegría. Su legado no se mide en años, sino en gestos, enseñanzas y momentos compartidos que siguen resonando en quienes tuvimos el privilegio de conocerlo.
I. Un hombre de raíces profundas
Guzmán
Darío fue un ejemplo de amor al trabajo, al hogar y a la palabra. Su vida fue
una celebración constante de la familia, especialmente de los padres, a quienes
honró con devoción. En él se conjugaban la responsabilidad y la ternura, el
compromiso y la calidez. Su presencia era sinónimo de estabilidad, y su voz,
una guía serena en medio del ruido cotidiano.
Fue quien me enseñó el respeto y la devoción a Dios y a todos sus intercesores espirituales.
II. El arte de vivir con música
Su
pasión por la buena música era casi ritual: un buen LP, un equipo de sonido
impecable, y el placer de escuchar y bailar con alma. La música no era solo
entretenimiento, sino una forma de conectar con la vida, de celebrar lo
cotidiano y de compartir con los suyos. Tanto en casa como en el carro, cada
nota era parte de su universo sonoro.
III. Viajes que tejieron memorias
Las
vacaciones familiares eran su forma de rendir homenaje a la geografía
venezolana. Desde los rincones apartados de Margarita y Puerto La Cruz, hasta
las montañas de Mérida y Trujillo, pasando por Falcón, Valencia, Maracaibo y
Caracas. Cada destino era una oportunidad para fortalecer los lazos familiares
y descubrir juntos la belleza del país.
Los fines de semana eran sagrados: los ríos del Táchira —El Chururú, El Tambo, El Chorro del Indio, Naranjales— eran testigos de su alegría, de su amor por la naturaleza y de su deseo de compartir momentos simples pero inolvidables.
IV. Cultura, tradición y pasión
La tauromaquia fue otra de sus pasiones, vivida como parte integral de la cultura
andina. La Feria de San Sebastián no era solo un evento anual, sino una cita
con la identidad, con las raíces, con el arte y el valor. Nos dejó esa herencia
como parte de nuestra formación cultural y emocional.
Y cómo olvidar el ritual del hipismo venezolano, el famoso "5 y 6", que convertía cada fin de semana en una jornada de emoción, estrategia y camaradería.
Gracias, papá.
Gracias
por todo lo que fuiste en el plano terrenal. Por tu ejemplo, por tu alegría,
por tu amor sin condiciones. Espero que Dios te tenga en un lugar privilegiado
allá en el cielo, donde sigas escuchando buena música, celebrando la vida y
cuidándonos desde lo alto.
Te amo y te recuerdo siempre.
Tu
legado vive en mí y en mis hijos..
PD: Para el momento de publicar esta nota, mi padre cumplía 10
años de su partida al plano espiritual.
Ing. Donato Furio Giordano: Un abrazo mi estimado amigo. Lo conocí, excelente persona y más por sacar a la vida a un amigo cómo tú. Un abrazo
ResponderEliminarWillian Escobar: Un placer haberle conocido, aunque muy poco, dejo en nuestras vidas ese sentimiento de familia que lo caracterizo. Que Dios lo tenga a su lado y que desde allí nos guíe con su luz. Mis respetos al Sr Guzmán Darío profesor.
ResponderEliminarHenry Ruiz Vivas. BUENAS NOCHES PRIMO. IMPRESIONANTE 10 AÑOS DE LA PARTIDA AL CIELO DE SU PAPÁ, PARECE MENTIRA.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQuerido amigo.
ResponderEliminarQue Dios te conceda larga vida sobre la Tierra, por obedecer el cuarto mandamiento del Decálogo: Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. (Génesis 20:12)
Amén Don Jesús Magallanes.
EliminarYazmin S. Jauregui Alviarez: Demasiado hermoso 💚 honor a quien honor merece.
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