Había escuchado hablar del pendón
de Pizarro,con motivo de su
exposición en el pabellón Venezuela
en 1893 en la Feria Mundial de la
ciudad de Chicago.En los libros de
historia, su imagen se desplegaba
majestuosa, ondeando en las
batallas que forjaron la conquista
de América.Entregado al capitán
Pizarro en 1530, por el rey de
España Carlos V. Pero nunca imaginé
que tendría la oportunidad de verlo
en persona. Hace unos años, creo que fue en el
2014. En un día soleado en Caracas,
mi curiosidad me llevó al Museo
Municipal. Entré a las instalaciones
y vi las vitrinas de antigüedades
y los murales que narraban la
historia de Venezuela.
Museo Municipal de Caracas
Luego procedo a preguntar por el
Pendón de Armas de Francisco Pizarro.
Pero el encargado no tenía ni idea
de la pieza, así, que decidió
llamar al director del museo. El
director, un hombre de cabellos
plateados y ojos vivaces, me observó
con sorpresa cuando pregunté por la
pieza. “Nadie ha mostrado interés en
ella en más de quince años”, confesó.
“Pero es un tesoro invaluable”. Francisco Pizarro
Entramos por diversos pasillos del
viejo edificio, pasando grandes
puertas de madera. Hasta llegar a un
salón, donde bajo llave, y
totalmente enmarcado en vidrio,
sacó una gaveta vertical, dejando
ver los restos del Pendón de Pizarro
por ambas caras. En una el escudo de
Armas del rey Carlos V y en la otra
Santiago Matamoros a caballo, "el
Santo protector de España". Pendón de armas de Pizarro
Me acerqué al pendón con reverencia.
Sus retazos de tela, desgastados
por 5 siglos de historia, parecían
susurrar secretos. ¿Qué hazañas
habría presenciado? ¿Qué batallas
habría visto? Me imaginé a Francisco
Pizarro, el conquistador,
sosteniéndolo con orgullo mientras
avanzaba hacia el Cuzco incaico.
El mismo estandarte mandado arriar
luego de la Batalla de Ayacucho,
marcando la cumbre de la gloria
americana. Antonio José de Sucre
Pero mi mente también se volvió
hacia otro héroe: Antonio José de
Sucre, el Mariscal de Ayacucho.
Su valentía y liderazgo habían
sellado la independencia de Perú.
¿Habría sentido la misma emoción al
sostenerlo?,¿ Que sentiría Sucre, al
tomarlo de la iglesia de Santo Domingo
en Cuzco, como símbolo de la libertad
ante el imperio español después de
la jornada de Ayacucho en 1824?
En ese momento, sentí un profundo
orgullo. No solo por el pendón, sino
por la historia que representaba.
Era un símbolo de lucha, de sacrificio,
de la búsqueda incansable de libertad.
Me vi a mí mismo como parte de esa
cadena de valientes, como un eslabón
en la historia de Venezuela.
El director del museo me contó más
detalles: cómo Simón Bolívar había
decidido donar el pendón a la
municipalidad de Caracas, cómo había
llegado primero a Bogotá y luego a la
ciudad que ahora llamamos la capital
de Venezuela. La falta de una de las
caras del escudo, los fragmentos
faltantes, todo eso solo aumentaba
su valor. Era como si el tiempo
mismo hubiera dejado su huella en él.
Salí del museo con el corazón lleno.
El pendón de Pizarro no era solo un
pedazo de tela antigua; era un lazo
que unía generaciones, un recordatorio
de que la historia no es solo un
relato en los libros, sino una
experiencia viva que nos rodea.
Desde entonces, cada vez que veo
nuestra bandera ondear en el viento,
pienso en aquel pendón desgastado y
en los héroes que lo llevaron. Y
siento que soy parte de algo más
grande, algo que trasciende el
tiempo y el espacio:
el orgullo de ser venezolano.
Solo con la historia relatada de un pueblo,
se cosechará la fama de sus pobladores
Ing.Robny Jauregui
REFERENCIA
1.Fuguet, Eumenes (2019) El Pendón
del Conquistador Pizarro Recuperado de
https://www.el-carabobeno.com/historia-y-tradicion-el-pendon-del-conquistador-pizarro/
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